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Foto del escritorÁngela León Cervera

Tragedia: Ya no me desea, por lo tanto... ¡no me quiere!




La que esté libre de dudas, que lance la primera piedra...


Primero que nada, hablemos "a calzón quita'o" (en sentido literal y figurado, tratándose de este tema). Seamos honestas, en principio con nosotras mismas, luego con nuestra pareja y si así lo deseas, con los demás. Estará bien. Nadie te va a juzgar por eso.


Empiezo yo: no. No vale decir que el sexo está sobrevalorado, que la conexión emocional es lo más importante de una relación (aunque sea una verdad más grande que un templo) o que al fin de cuentas lo que importa en una relación es un buen tema de conversación.


Puede que al final del día la respuesta sea sí, sí y sí. Es decir: sí, el sexo está sobrevalorado; sí, la conexión emocional es sumamente importante y valiosa; y sí, poder hablar con tu pareja prácticamente de cualquier tema te hace sentir comprendida, complementada y acompañada... pero... ¿Por qué mierdas si sé todo esto, me jode tanto que ya no me busque como antes o que no lo hagamos hasta en la terraza como en los primeros meses?


Sí. Tratándose del sexo muchas veces nos tropezamos con esa piedrita, se nos tuerce el tobillo y nos hace caer de bruces, pegando la cara del borde de la acera de nuestras inseguridades. No importa cuánta agua haya corrido por debajo del puente o cuán lejos hayas llegado en tu evolución y madurez emocional, esa espina siempre está allí, más que afilada y dispuesta, para pincharte la punta de los dedos.





Hablar de sexo es importante, da igual si se le suben o no los colores al rostro


La sexualidad es una parte fundamental en cualquier relación amorosa y esto no es diferente para las parejas de mujeres.


Aunque cada pareja es única y experimenta la sexualidad de manera distinta, abordar el tema de la frecuencia y la satisfacción sexual puede ser la gran mayoría de las veces un desafío. Sí. Si lo quieres ver como un elefante enorme que se pasea a sus anchas por los estrechos pasillos de una cristalería muy fina, estarás sin dudas en lo cierto.


De todas las conversaciones incómodas que podemos tener dentro de una relación (que vale la pena acotar: no son pocas) hablar de la frecuencia en la que hacemos el amor o el grado de satisfacción que experimentamos tras cada encuentro, puede ser como lanzar una granada en medio de la mesa del comedor, sin previo aviso.


¿Por qué es tan complicado? Ay, chiquillas... Hay tantas cosas en juego. Tus inseguridades; las de ella. Tus complejos; los suyos. Tus experiencias pasadas, las de ella (buenas o malas, tratándose de este tema me atrevería a decir que da igual)... Y muy especialmente, lo que la sociedad, la industria del entretenimiento y los medios nos hacen creer acerca del sexo como esa deliciosa panacea de gozo y emociones excitantes.


Si le vamos quitando todas estas capas a la cebolla, nos vamos a quedar al final de día con esta conclusión: hablar con ella acerca de su afinidad, expectativas y deseos tratándose del sexo ES IMPORTANTE, especialmente si es de esos aspectos de la relación que están comenzando a incomodarte.





Al comienzo de los tiempos, todo era perfecto...


Ok, creo que en el ejercicio de ser honestas debemos ser cónsonas con aquello de sincerarnos. Puede que al comienzo no todo sea tan perfecto como nos quieren hacer creer (sí, a veces nos negamos cositas por temor a asumir algo que nos puede conflictuar un poco más o incluso, hacernos daño).


¿Eso está mal? No. Para nada.


En primer lugar, nadie nace aprendido. En segundo lugar, es perfectamente normal si a ti y a tu pareja les costó un poco más acoplarse la una a la otra durante aquellos primeros encuentros. Hay tantos factores que intervienen en la búsqueda de ese lenguaje que las haga sentir a las dos a gusto... Fijaciones de método, asuntos no sanados, inseguridades corporales, exceso de ternura o exceso de pasión, conformismo o entrega total...


En fin. Lo primero es entender que las primeras veces con la persona con la que decidiste dar el paso no tienen que ser como lo narran en las novelas, menos que menos como te lo ponen en la TV y del porno mejor ni hablemos.


Cada pareja es única en la forma como edifica sus códigos sexuales o su lenguaje en la intimidad. A algunas se les da de maravilla y esa química sorpresiva que surge desde el primer momento las hace sentir afortunadas y atadas en un deseo más que compartido que se explora ardientemente.


A otras les cuesta un poco más el comienzo, pero con comunicación verbal o física, madurez y el deseo de intentarlo, las cosas las van llevando hacia la sincronicidad deseada, hasta que alcanzan un equilibrio sexual pleno y excitante.


Y luego están aquellas que NUNCA LO LOGRAN. Ya sea porque no hay placer, porque es desigual, porque siempre te acompaña la sensación de que está mal, de que no es ahí, de que no es así... No lo logran...


¿Debo tirarme al calabozo de la perdición por eso? No. Desde luego que no.


Si no hay química, menos que menos disposición para hablarlo y la falta colaboración de una o de ambas partes las sobrepasa... ¿qué tienes que buscar allí? Siempre, al final de cada encuentro, sumergida en tu pocito personal de insatisfacción, una voz al fondo de tu cabeza responderá a esta pregunta, susurrándote: NADA. NO TENEMOS NADA QUE BUSCAR AQUÍ y tú sabrás cuándo dar el paso para cerrar el asunto y seguir adelante con tu vida, en busca de otras posibilidades.





"No es igual, no es lo mismo, nos separa un abismo"


Antes de lanzarte al desierto lastimero al buen estilo de una canción de despecho de los 90, te invito a reflexionar. Debes ser objetiva, responsable y justa tratándose de este tema.


Primero, déjame abrirte los brazos y rodearte con ellos mientras te digo con entera responsabilidad: es perfectamente normal que el ritmo baje con el paso de los meses o de los años, chiquilla. Estás hablando con alguien que ha ido de 100 a 0 no una, ni dos, sino varias veces.


Sí, así como lo lees. De 100 a 0. Con un 0 además repitiéndose por meses y meses. Me imagino que ahora querrás saber cómo manejas una situación así. Bien, tengo que decirte que no es precisamente fácil.


Lo primero que te pasa por la cabeza cuando la apatía de tu pareja es colosal es: no me desea, ergo, no me quiere.


A eso podemos añadirle cientos y cientos de ingredientes adicionales: que está interesada en otra (u otros, es válido en algunos casos); dejó de verme como mujer y ahora soy como una especie de prima o hermana muy amada; siente asco de mí; no debí comerme esa última torta de chocolate que me hizo ganar cinco kilos, porque gracias a eso dejó de verme atractiva... ¡Todo, todo lo que tu cabecita quiera pensar para agravar la situación!


No escogemos pensamientos un poco más pragmáticos, solidarios o razonables, como que: debe estar estresada o sobrepasada emocionalmente por una situación que ha disminuido su libido; quizás está pasando por un cambio hormonal que deberíamos consultar con un especialista; quizás se siente insegura de mí y de mis sentimientos hacia ella, debería ratificarle que la amo y lo mucho que me gusta; probablemente ese tratamiento que está tomando hace meses esté repercutiendo en su apetito sexual...


No. Tratándose del sexo muchas veces nos dejamos dominar por el Ego. Solo pensamos en nuestro deseo, en lo terriblemente desatendidas que nos sentimos en nuestra isla personal carente de orgasmos y de besos deliciosos y en cómo eso repercute en nuestra autoestima.


¡No estoy negando por esto posibilidades como que la magia se haya extinguido, el amor haya mutado o sus intereses románticos ahora apunten en otra dirección! Para nada, solamente estoy tratando de hacerte ver todos los escenarios posibles. Especialmente estoy tratando de sacarte del discurso de conmiseración, porque... ¿En medio de tu drama personal has considerado la posibilidad de que aún te ame y que haya decidido demostrártelo de otro modo?





Si aún me ama... ¿por qué ya no es como antes y cómo puedo solucionarlo?


Las relaciones cambian. Evolucionan, en pocas palabras. No es una mentira, menos que menos un mito, que las relaciones tienen etapas. Al principio el ardor romántico puede ser abrasador y sí, las que hemos estado allí sabemos de sobra que ese deseo sofocante es DELICIOSO.


Paulatinamente, el compromiso, el deseo de compartir la vida, tener objetivos en común y cotidianidades que le van restando brillo a la magia, hace que el ansia por estar arrinconándose todo el tiempo disminuya. No niego que hay parejas que saben postergar esta etapa de asalto pasional y exquisito por mucho más tiempo. De que las hay, las hay, pero debes tener cuidado con la IDEALIZACIÓN.


Mediáticamente, junto con la Cenicienta colocándose la zapatilla de cristal y accediendo de inmediato al título de princesa, lo que viene a continuación con el felices para siempre es una vida desenfrenada de sexo creativo y asfixiante día tras día, en un palacio que se convierte en escenario perfecto para un idilio carnal como pocos. Spoiler: FALSO. Ni el Marqués de Sade se atrevió a tanto.


Cada pareja es única y distinta. Cada pareja encuentra la mejor manera de construir su historia y si además lo hace desde la honestidad, la lealtad, la responsabilidad y el compromiso, sabrás que hasta en los momentos en los que la libido está baja, habrá una forma bonita y sincera de decirle a la otra: "Hey, nena, te amo y me gustas tanto como el primer día, pero no sé qué me está pasando con esto o cómo puedo remediarlo para ser lo que alguna vez fuimos."


Cuando llegamos a este punto, junto con las lágrimas de agradecimiento y la ovación de pie por ser tan honesta y valiente, ponemos de lado cosas como: la conmiseración o la culpabilización. Créeme: sentirte como una mierda porque ya no te busca y hacer eco de esto, o hacerla sentir a ella como una basura por no tener iniciativas o no seguirte el juego, NO ES UNA FORMA DE REMEDIARLO, MAS SÍ DE EMPEORARLO.


Sean empáticas, honestas, amorosas, comprensivas y valiéndose de ese sentimiento sin igual que las une, hablen con total franqueza de sus expectativas, de cómo se sienten en la intimidad, de cuánto les afecta la indiferencia de una o de ambas, pero muy especialmente, luego de las lágrimas y las confesiones tensas, diseñen un plan bonito para remediarlo.


Cambien de ambiente. Recurran a métodos que alguna vez les funcionaron. Prueben alternativas nuevas sin miedo... ¡Reírse también es excitante y placentero! ¡Qué fantástico es explorar la sexualidad en brazos de alguien que te ama por encima de cualquier cosa, que te acepta como eres y que no haría nada para dañarte! Esto, en sí mismo, es un testimonio de amor y el sexo su complemento.


Por último y en el supuesto caso de que no se sientan listas para esa conversación; en el supuesto caso, de que ni siquiera sepan cómo llevarla a cabo: ¡no está mal buscar la ayuda de un profesional!


De algo puedes estar segura: una persona comprometida contigo y con su relación, siempre encontrará la manera de hacer todo lo necesario para que las cosas funcionen, no importa cuántos obstáculos haya de por medio... ¡Y esto no es ficción!


Esto es... ¡de la vida misma y se le llama amor del bueno! Ahí se los dejo.


Ángela.

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